viernes, 20 de marzo de 2009

#06 :: 5 / Frankenstein, el Monstruo

Se podría hablar de las relaciones monstruosas entre aquella empresa aberrante de crear un nuevo ser perfecto, la política de su tiempo, y del nuestro. Sobre la ilustración, la civilización, la barbarie o la revolución. Sobre el maquinismo y la consoladora utopía del buen salvaje pervertido que todos llevamos dentro. Sobre la naturaleza y la maternidad usurpada y vengativa; sobre las mujeres demonizadas o divinizadas y jamás humanizadas; sobre los peligros de imaginar y escribir sobre la anormalidad y la diferencia. Sobre qué dice el monstruo de Frankenstein acerca de la forma en que nuestro yo más íntimo se ve irremediable y monstruosamente ocupado por los ojos, acuosos y amarillos, de aquellos que nos miran y nos definen —y a quienes a su vez miramos con nuestros ojos que creemos normales y transparentes y para ellos son, ya irremediablemente, desvaídos y viscosos.
Es posible hablar de todo ello porque la extraordinaria capacidad de pervivencia del mito de Frankenstein reside en la absorción del más intenso y creativo temor de la modernidad: la ya antigua ansiedad acerca de la posibilidad de que las fuerzas conjuradas para servir al proyecto del progreso y de la emancipación se tornen monstruosas, incontrolables e impredecibles, capaces de poner en cuestión el proyecto mismo.

Buscando material para un seminario —Pensar-Frankenstein—, encontramos este texto de Isabel Burdiel, del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia.

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