jueves, 19 de marzo de 2009

#05 :: 3 / Herbert Read: Visibles y tangibles

Nada intrigó tanto a Goethe como el problema del arte. Pasó una parte considerable de su vida consagrado al estudio de un tema para el que acuñó un nombre nuevo, a saber, morfología. Una ciencia-se dirá-. Verdad es que se ha convertido en una ciencia en el sentido limitado y especializado que damos a la ciencia en la actualidad, pero para Goethe significaba el estudio de la forma (que es lo que significa la palabra) y Goethe se percataba de que la forma, en el sentido que él usaba el término, no sólo estaba presente en el cristal y el hueso, en la hoja y la nube, sino también en el cuadro y el poema. Además-y este es entre todos el aspecto más importante-se daba cuenta de que no existe ninguna diferencia esencial entre estas manifestaciones de la forma; que la forma descubrible en la naturaleza es la misma forma que se revela en el arte. Hay un proceso único de creación, de formación y transformación, y en ningún punto podemos descubrir una cesura, una ruptura. La naturaleza y el arte están ligados en una cadena ininterrumpida de ser, lo mismo que la moral, la libertad y Dios: todos son valores inherentes a esa realidad.

"El arte es constitutivo; el artista determina la belleza. No la toma en posesión." He aquí el texto de una de las notas de Goethe, quien en otra señala que el estilo, la cualidad característica de una obra de arte, "descansa sobre los fundamentos más profundos de la cognición, en la esencial interrelación de las cosas, en la medida en que ésta nos es dada a comprender en formas visibles y tangibles". En ningún escrito de Goethe podemos hallar justificación alguna de la concepción del arte como imitación servil de las apariencias exteriores de la naturaleza. El arte es un acto intuitivo, un salto más allá del mundo fenoménico, hacia "el dominio de lo que está más allá de lo que se diee con palabras". Pero este dominio, el dominio de lo que hoy llamaríamos formas arquetípicas, es con todo parte del mundo natural. Pero se requiere una facultad especial-o, mejor dicho, el adiestramiento especial de un facultad normal que es la imaginación- para advertirlo o representarlo. "A un hombre nacido para las ciencias llamadas exactas y formado en ellas, que haya madurado plenamente sus poderes de razonamiento -observaba Goethe- no le resultará fácil comprender que existe también una imaginación sensorial exacta, una facultad sin la que el arte no sería concebible." Una imaginación sensorial exacta: he aquí, si es que está en alguna parte, la definición goethiana del arte; y ambos epítetos, exacta y sensorial son de igual importancia.

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